Escrito por Dr. Antonio Gosálvez Vega
Muchos de mis colegas -ginecólogos dedicados a la Reproducción Asistida- opinan que el manejo de las emociones corresponde a los psicólogos. Por ello, muchas unidades de reproducción integran a reconocidos psicólogos en su equipo, lo cual es muy de agradecer. Su labor es encomiable, y los pacientes refieren constantemente su satisfacción por ello.
No obstante, la mayor parte de unidades de reproducción no disponen de estos recursos, bien por ser pequeñas todavía o bien por pertenecer al sector público, cotidianamente carente de recursos. Por ello, los médicos creo que estamos obligados a conocer cómo ayudar a los pacientes en estos aspectos.
Sin embargo, en mi opinión cada una de las relaciones con los pacientes es un todo en si misma: no podemos hacer un buen abordaje técnico de su esterilidad sin dedicar atención a las sensaciones y emociones que van surgiendo cada día. Es por ello que defiendo que el mejor psicólogo para un paciente es el médico que trata con él cada día, siempre y cuando esté razonablemente formado para ello.
Yo no soy psicólogo, pero llevo más de quince años tratando cotidianamente a pacientes con problemas de reproducción, viendo sus reacciones, preguntando por sus sensaciones y aprendiendo de ellos cada día. No intento dar consejos, pero sí sugerir ideas para que tú, paciente de la reproducción, hagas algunas reflexiones.
Si analizamos por qué deseamos tener hijos, NO encontraremos una respuesta única convincente. ¿Por generosidad? ¿Por egoísmo? ¿Por conveniencia de la pareja? Probablemente por todo ello a la vez, pero es sencillo concluir que el deseo tiene dos componentes: un deseo racional siempre presente y un cierto componente de deseo instintivo. Cada uno de nosotros tendrá una proporción diferente de ambos, y esa proporción cambiará con el devenir de nuestras circunstancias.
Por supuesto que todos los que deseamos tener hijos lo hacemos con una gran base racional. Es bueno para nosotros, para el futuro niño y no digamos para nuestra sociedad. También vemos lo sacrificado que será, lo difícil que lo tendrá en el mundo que les dejaremos... En fin, que sopesamos constantemente los pros y contras de nuestro deseo, tanto las mujeres como los hombres.
Sin embargo, vemos a nuestro alrededor a personas que desean tener hijos en lo que a los demás nos parece que son situaciones límite: mujeres sin pareja, mujeres muy mayores, mujeres con muchos hijos previos... Pero ¿por qué no hay ese deseo en esas situaciones al límite en los varones? Pues porque una parte importante del deseo de tener descendencia no es racional, sino instintiva.
Siempre que se habla de algo instintivo parece que nos referimos a los "bajos instintos" -el deseo sexual o los deseos compulsivos, por ejemplo- pero no deben olvidarse otros aspectos instintivos muy útiles y beneficiosos, como el instinto de supervivencia, el instinto de protección de las crías... El instinto de tener esas crías también es muy loable y beneficioso: sin un motor instintivo, prácticamente ninguno de nosotros tendría hijos.
¿Cuándo comienza una mujer a desear tener hijos? Lo primero es recordar que ese deseo no aparece necesariamente en todas las mujeres, pero una vez que aparece es para siempre. Podrá mitigarse o racionalizarse, pero siempre subyace en el fondo de los deseos.
El deseo en la mujer tiene un componente racional obvio, pero también un componente instintivo innegable, y cada mujer tiene un equilibrio inestable entre ellos que cambiará con el tiempo.
El deseo en el varón tiene un componente racional idéntico al de la mujer, pero un raquítico componente instintivo. Su deseo suele ir ligado a su relación de pareja ("si tú quieres, yo acabo queriendo pero, si tú no quieres, a mí se me acaba pasando"). Este raquítico componente instintivo hace que su deseo sea "convencible". Me intentaré explicar con un par de comentarios sobre los hombres sin pareja (respecto a las mujeres sin pareja):
Por último, recuerda que vemos frecuentemente varones con la vasectomía hecha que vienen con nuevas parejas a las unidades de reproducción: una mujer le "convenció" de que ya no tuviera más hijos, y otra le "convenció" de que ahora sí tenga más hijos. Por eso lo he denominado "deseo convencible".
Ese mayor componente instintivo en el deseo femenino hace que su control sea mucho más difícil, y que acepte riesgos con mayor facilidad (mujer sola, mujer mayor, actitud ante la gemelaridad...). Las sensaciones son mucho más intensas. Se alegran mucho más, se entristecen mucho más... Y se angustian con mucha mayor facilidad. Como es más intenso lo viven mucho más cada día. Ven más embarazadas por la calle, ven más niños a su alrededor...
Ese deseo más instintivo y mucho más intenso que en el varón, le da a la mujer una mayor capacidad para alegrarse y para entristecerse. Pero el problema real no es ese. El problema fundamental es el miedo al NO: es el miedo a NUNCA tener hijos. ¡Ese miedo les aterra!
Si a una mujer se le planteara un hipotético contrato según el cual se le van a hacer 3 tratamientos de la Técnica A, otros tres de la Técnica B y que se quedará embarazada seguro a la séptima (tras un año de trabajo, diversos ingresos hospitalarios y docenas de extracciones sanguíneas y miles de euros por medio) FIRMARÍA el contrato sin dudarlo y se eliminaría de raíz su miedo. Es cuestión de tiempo y dinero, pero el éxito es seguro.
Por tanto, el miedo que atenaza a la paciente NO es el fracaso a corto plazo, sino el FRACASO FINAL. El pensar que se podrían quedar sin hijo les aterra. Por eso les es necesario confiar en alguien que les asegure el éxito final.
Lo que he escrito hasta ahora son los elementos para hacer ahora tu análisis. Recuerda que si lo que describo a partir de ahora "te suena" y te sientes identificada, entenderás que tus sensaciones corresponden a un cierto modelo conocido por nosotros: yo lo llamo la "angustia reproductiva".
Contesta a las siguientes preguntas con un SÍ o con un NO.
- Si es un No al 100%, lo aceptamos como NO.
- Si es dudoso o te gustaría matizar tu respuesta, eso es un SÍ.
Asígnate un punto por cada pregunta en que has respondido SÍ... ¡y luego ríndete! Si hay algún SÍ en tus respuestas, ¡estás afectada!
Si tienes ese "disconfort" en el manejo emocional, necesitas algo de consejo. Pruébalo, porque funciona.
Nuestra labor empieza ya en la primera visita, donde debemos explorar minuciosamente también los aspectos emocionales. Si con los consejos ya reseñados no parece suficiente, no hay que dudar en citar a la pareja con un psicólogo formado en estos aspectos.
Durante los tratamientos, la mejor herramienta es explicar todo de manera tan detallada que el paciente no se encuentre con "imprevistos" ("Si pasa esto haremos aquello, pero si no sucede haremos esto otro". "No tendrás síntomas, pero si los tuvieses serían estos y deberías actuar de esta manera"). También es importante que el médico sea siempre el mismo, pues es IMPOSIBLE establecer una buena relación emocional con diversos médicos a la vez.
Si le preguntásemos a las pacientes que han realizado tratamientos sobre lo que consideran que ha sido lo peor de todo lo que han hecho, el acuerdo sería completo. ¡Lo peor es la espera! Las inyecciones, las ecografías, el dinero... no les supone nada comparado con la dureza emocional de los quince días de espera.
Esa espera se hace todavía más dura si tiene que hacer reposo -que carece TOTALMENTE de utilidad, aunque muchos médicos no se atrevan a dejar de aconsejarlo- o bien nota algunos síntomas que la intranquilizan -pinchazos, pequeños sangrados, molestias mamarias- aunque no tengan importancia real. La paciente tendría una espera "menos mala" si conociese en profundidad que el embarazo no depende del reposo, que los pinchazos o molestias no se asocian con un peor pronóstico y que "la suerte está echada" desde el instante de la transferencia.
Nuestra labor médica, por tanto, consiste en conseguir que la paciente conozca DETALLADAMENTE lo que no importa, y también esas pocas cosas que sí tienen interés.
Una segunda labor que debemos realizar es la de preparar a la paciente a recibir el impacto del fracaso. Si las técnicas reproductivas suelen tener un éxito MENOR al 50% (todas las inseminaciones y más de la mitad de los ciclos de FIV) la actitud de la paciente debe ser neutra. Como le será muy sencillo psicológicamente aceptar el sí, debe trabajar en esa quincena para intentar "aceptar el no" si es que sucede.
Si hemos conseguido que la paciente entienda previamente que cada ciclo no es más que una batalla parcial, y que si tiene claros sus objetivos acabará consiguiendo SIEMPRE el éxito, el dolor del fracaso parcial será menor. Una paciente que se somete a sesiones de fisioterapia no juzga la mejora tras cada sesión, sino la MEJORA FINAL. Ha entendido que una sesión es una parte del tratamiento, NO un tratamiento en sí mismo.
El día en que la paciente conoce el resultado del test de embarazo, es de una intensidad emotiva extrema. Tras quince días de incertidumbre y con su corazón a mil por hora, acude al baño a hacerse el test de embarazo o lo que es aún peor: acude al centro a hacerse un test en sangre.
Si el test es positivo, todo son alegrías, risas alocadas, proyectos... y es emocionalmente muy sencillo adaptarse al éxito. Nuestra labor será el moderar estas sensaciones y evitar que "cante victoria", ya que solo el 75% de las veces llegará al parto.
Si el test es negativo, el impacto es demoledor. Todas las ilusiones, los pinchazos y la espera han fracasado. Además, tiene que comunicárselo a su pareja, al médico, a los amigos, al foro de la web...
El manejo emocional del fracaso tiene tres aspectos que NO se pueden hacer a la vez, por lo que estamos en contra de dar los resultados en consulta y analizar el ciclo ese mismo día:
Muchos centros de reproducción realizan test de embarazo en sangre. Son fiables y cómodos para el médico, ya que dan una cifra numérica que es sencillo interpretar. En nuestra opinión son emocionalmente demoledores para la paciente: son muy incómodos -ya que hay que acudir al centro y obtener una muestra de sangre- e impiden que la paciente conozca la información en la intimidad. Si se espera en el centro a que le den el resultado, estará un par de horas nerviosa y dando vueltas de acá para allá, y cuando alguien le cuenta el resultado es IMPOSIBLE que lo haga bien: una vez que escucha el NO, la mente se desconecta y NO PERCIBE ninguna otra información. Además, encontrar la palabra correcta en el instante adecuado es muy difícil y la paciente recordará siempre la escena como algo negativo. Pocas veces pensará "me dijeron que no, pero lo hicieron muy bien".
Después de preguntar sus sensaciones a docenas de pacientes, decidí hace años no hacer test en sangre y respetar la intimidad de la paciente al máximo. Ellas se realizan un test de embarazo en orina -que tiene la MISMA fiabilidad que el de sangre, aunque no dé un número como resultado- y viven el momento con su pareja y en la intimidad. Son ellas las que se lo comunican al médico, de la manera que les sea más cómoda y una vez descargados ya de la primera tormenta de emotividad. ¡SIEMPRE DEBE HABER DESPUÉS UNA CITA EN CONSULTA!
Cuando la pareja acude la consulta ya ha pasado esa primera oleada emotiva. Por ello su mente está ya en una fase donde puede analizar el motivo del fracaso y sus soluciones. No por ello será una consulta agradable, pero sí será de una gran utilidad para todos.
Sólo tras analizar el fracaso será posible establecer el plan de trabajo antes del siguiente tratamiento. ¿Sigue fumando? ¿Debe bajar el peso? ¿Hay que modificar la dosis o la composición de los fármacos estimuladores?
Resumir en pocas líneas todos estos pensamientos no es tarea sencilla. En mi opinión, creo que una pareja sufrirá menos y conseguirá mejor sus objetivos si lo plantea así:
Por último, te agradezco tu comprensión. No soy psicólogo, pero creo que entre todos podemos ayudar mucho a las parejas de reproducción. Si deseas hacerme algún comentario te lo agradezco de antemano.